¿Por qué hay empastes “grises” y empastes “blancos”?
Los empastes, técnicamente denominados en odontología “obturaciones” son un tratamiento encaminado a la eliminación de la caries dental. Las bacterias de la caries reblandecen y destruyen las diversas capas del diente (esmalte, dentina y cemento) y lo van destruyendo. La única manera de detener el avance microbiano supondría la eliminación del tejido afectado y su sustitución por un material biocompatible, con una alta calidad, capaz de mantener sus propiedades y soportar el paso de los años sin deteriorarse.
Entre los primeros materiales que se emplearon, se encuentran las amalgamas dentales, una especie de aleación entre el mercurio y diversos metales (como la plata) que empezaron a emplearse en el siglo XIX. Mediante la confección de cavidades retentivas en la estructura careada del diente, este material, que va cambiando su consistencia y solidificándose durante su colocación, queda retenido de manera estable en la estructura dentaria preparada. A continuación, se bruñía, adoptando una coloración grisácea brillante u oscura. Estos son los denominados por muchos pacientes “empastes metálicos”. En dicha época, no existían métodos eficaces que permitieran la adhesión del material al diente, por lo que esta era la única alternativa posible.
Más tarde, a mediados del siglo XX, los avances en odontología y la tecnología de los materiales dentales nos proporcionaron productos con mejoradas propiedades estéticas: los composites o resinas compuestas. Estos materiales, además de adherirse a la estructura dentaria evitando la preparación de cavidades poco conservadoras, se fabrican en distintos colores, permitiendo así la simulación del color del diente y una menor percepción del mismo. Estos son los llamados comúnmente “empastes blancos”, que son los más empleados en la actualidad.